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Foto del escritorGabriel Zaldívar

Disentir sin mentir

Continúa el deseo (¡y la necesidad!) de articulación oposicionista en el México del último trimestre del 2021 y de cara al periodo electoral 2022. Hay hasta el momento más mentiras que propuestas. Los contestatarios frente al poder de la federación resultan cada vez más destructivos para sí mismos. Tres años después de su gran derrota, parcialmente repetida en las elecciones intermedias de 2021, carecen de resultados que valga la pena considerar.


En la realidad de las encuestas recientes la aprobación presidencial sobrepasa los 60 puntos, y a nivel internacional se le coloca en segundo lugar del liderazgo global. Adicionalmente, otra vez desde la realidad de las encuestas, la mayoría de la población se muestra a favor del Tren Maya y de la reforma eléctrica. Para quienes se colocan en un bando contrario la única ganancia ha sido la erosión de su credibilidad o la ridiculización pública de los intentos oposicionistas.


Dos personajes destacan en la balanza del disentir mintiendo: Claudio X. González y Gustavo de Hoyos Walter. X. González salta a la palestra por un tuit que fue interpretado como amenaza, y por tanto retomado por quienes todavía creen en el disenso ante la visión totalitaria y dictatorial del producto estrella de Kimberly Clark de México. Este personaje, adelantado al metaverso de Mark, respetado en su disenso, vive en una realidad que pocos comparten o en una mentira que muchos creen.


Por otra parte Gustavo de Hoyos Walter, otro de los muchos que disienten mientras ocultan (es decir mienten) sus aspiraciones personales de ejercicio de poder político, agrupa a unos pocos sin representación social para simular la creación de una fuerza de oposición sin respaldo relevante ni evidente.

De entre los restos de los partidos políticos el escenario es quizá aún más vergonzoso. Disentir es su obligación, mentir no. Mientras mediáticamente buscan sembrar una idea de unión y fuerza, en los entretelones de la negociación –a resultados vistos- son un fracaso. Cual chiste popular, cada una de sus acciones parece un cavar su propio hoyo para hundirse en lo más profundo. Lo mismo puede verse con la gestión de los partidos opositores en las pocas plazas que les quedan luego de las elecciones intermedias.


A la guerra del disentir mintiendo entraron también las y los científicos y sus universidades. Al conflicto legal con la Fiscalía General de la República (FGR) respondieron mintiendo con un supuesto ataque a la ciencia, primero, y con una solicitud de expulsión de Gertz Manero del Sistema Nacional de Investigadores por supuesto plagio. El trabajo de Gertz como procurador (con minúsculas) es tan indefendible como la sociedad caviar de la academia en México.


Las estrellas del disentir mintiendo son los medios de comunicación tradicionales/corporativos. Son en parte productores, junto con los intelectuales hechos a su medida, pero sobre todo reproductores de la mentira. El ejemplo más reciente son sus notas, debates y argumentaciones sobre la reforma eléctrica. Por fortuna estos medios y sus estrellas dejaron de formar parte del radar informativo de la mayoría de las y los mexicanos.

¿Quién y cómo puede –y debe- disentir sin mentir? la ciudadanía de manera directa, informándose, analizando políticas públicas, proponiendo nuevos caminos para enfrentar los problemas, articulando proyectos de intervención y gestión de mejoras sociales que no estén mediados por organizaciones, públicas y privadas, que ya comprobaron su ineficacia.


Las personas que solo repiten el discurso de los medios, compartiendo memes, argumentos irracionales, valoraciones morales o juicios sobre personas, esas no disienten solo reproducen la mentira.

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