Grupos organizados, de esos cuyos fines y fondos son discutibles, acompañados de la comentocracia circulan la idea de que estamos viviendo en México una peligrosa militarización empujada por el Poder Ejecutivo Federal. Como siempre en los medios de comunicación corporativa y sus aliados esto es una verdad a medias. Militarización es la inmersión del Ejército en la vida pública con el objetivo de controlar o inhibir las libertades de la población.
Los ejércitos tienen como función central la defensa de la nación frente a actores extranjeros que pongan en riesgo la seguridad país. Cuando un ejército actúa hacia dentro, es decir, contra la población, entonces recurrimos al término Militarización. Recordemos algunos casos.
Las dictaduras se sostienen como tales con el apoyo del ejército. Augusto Pinochet, en Chile, es quizá uno de los ejemplos más emblemáticos de fechas recientes. Para las dictaduras de la derecha, el apoyo del ejército es la pieza fundamental junto con las oligarquías empresariales y otros actores, a fin de mantener a la población “secuestrada” bajo sus instrucciones. Las izquierdas radicales, también en el continente americano, militarizan para sostenerse. Nicaragua y Daniel Ortega son el ejemplo más actual.
México registra procesos de militarización en su historia inmediata. El Ejército Mexicano actuando contra la población para restringir sus libertades tiene dos recuerdos clave: 1968-1971 y 2006-2012.
El primero de ellos es el Movimiento del 68 y su continuidad en el 71 bajo el mando del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Con un Ejército Mexicano bajo las órdenes de Gustavo Díaz Ordaz en el 68 y Luis Echeverría en el 71, ese ejército actuó contra la población manifestante de aquel entonces. Si bien el Ejército ha querido erradicar su responsabilidad colocándola en los Halcones, la historia no les favorece.
Un segundo momento, de 2006 a 2012, el Ejército fue utilizado contra la población en el mandato de Felipe Calderón. El presidente de entonces, del Partido Acción Nacional (PAN), jugó a las guerritas con el narcotráfico. Los resultados se registran por miles en libros, investigaciones y documentos. Al paso del tiempo, con sus más allegados colaboradores presos en Estados Unidos de América (EUA), hemos descubierto que la guerra de Calderón usando al ejército tenía muchos resquicios pero, de nuevo, el Ejército Mexicano atacó a la población civil.
El Ejército Mexicano actual está ocupado de otras tareas: construcción de aeropuertos, trenes, abasto de medicamentos, programa de vacunación, bancos del bienestar y las que se acumulen en los próximos tres años. Entonces, la idea de Militarización asociada a la violencia contra la población civil, limitando sus libertades, que pretende instalar en la opinión pública esa comentocracia a sueldo es –una vez más- una estrategia con fines poco claros.
Como el actuar de los medios corporativos, los grupos organizados y otros actores políticos en los tres años últimos está definido por las verdades a medias, hay un fragmento de esa narrativa a la que sí consideramos debe atenderse: ¿qué pasará, al terminar el período de gobierno del actual titular del Poder Ejecutivo, con todo el accionar actual del Ejército Mexicano colocado en la participación civil?
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