La oposición política en México se anota un nuevo fracaso: la revocación de mandato. A lo largo de los tres años que lleva en ejecución el actual grupo en el poder político, las y los integrantes de la oposición caminan de fracaso en fracaso y esta nueva oportunidad se agrega a la retahíla de tropezones. El revocatorio será su suicidio.
La lista del golpeteo político es larga en situaciones pero corta en resultados: violencia contra las mujeres, pandemia del COVID 19, Línea 12 del metro, narrativa narcogobierno, medicamentos para menores con cáncer, casas de hijos no funcionarios y más. Todas las causas con rasgos legítimos pero ninguna verdaderamente útil para ganar adeptos entre los partidos oposicionistas. El Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y hasta la franquicia Movimiento Ciudadano (MC) siguen sin anotación alguna en su favor.
La movilización social no está de su lado, las simpatías tampoco, la credibilidad la perdieron hace muchos años, los liderazgos ausentes, las propuestas inexistentes, los proyectos alternativos brillan por su ausencia, la capacidad de atracción de los inconformes es para dichas fuerzas políticas una nulidad.
La revocación de mandato era para todas y todos los disidentes una oportunidad para organizarse, estructurar fuerzas territoriales, diseñar alternativas, conocerse y reconocerse, para corregir lo que según ellas y ellos está mal. Prefirieron campañas de desinformación, plantones irrelevantes, muchas redes sociales y cero de acción política.
Según las múltiples encuestas disponibles 3 de cada 10 mexicanos y mexicanas no están de acuerdo con el actual titular del Poder Ejecutivo, con lo que hace y la forma de hacerlo. Si bien el número coloca a esa disidencia en la minoría, ni es menor ni es irrelevante, pero a los partidos de la oposición poco o nada les importan las genuinas demandas de ese pequeño grupo.
Los partidos políticos oposicionistas, supuestamente formados en y por la democracia, idealmente interesados en la participación ciudadana, se decantaron por llamar a la población a la no participación en dicho ejercicio: ¿qué clase de demócrata llama a la no participación en un ejercicio de acción ciudadana?
Los resultados de la revocación, para esta primera vez, pueden resultar polémicos y discutibles pero lo que la ciudadanía arrastrada por los caprichos del PRI, PAN y PRD está dejando de ver es el largo plazo. Ocurrida una primera revocación–con todos sus defectos, porque los tiene- todas y todos saldremos fortalecidos al sabernos facultados y facultadas para exigir ante gobernantes del futuro una salida del poder si así conviene a los intereses de la nación.
La actual revocación de mandato no era para endulzarle el oído a nadie, lo que les hicieron creer, sino un ejercicio de empoderamiento ciudadano para ocasiones venideras.
La actual revocación de mandato era una posibilidad más para que la infame oposición política que hoy tenemos hiciera todo por articularse programáticamente y con trabajo en territorio para agrupar y organizar a esos pocos aún inconformes con el actual gobierno.
Un fracaso, el último para una oposición que murió en el intento de ser oposición.
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