Insistimos en no darnos cuenta de que los medios de comunicación, de antes y de ahora, tradicionales o digitales, son solo un reflejo de un fragmento de la realidad y, peor aún, optamos por creer que lo que ocurre en dichos medios sucede en una ciudad, país o mundo.
Luego, nos degastamos y discutimos sobre lo que vimos en el medio de comunicación creyendo que porque lo vimos ahí es la realidad y, finalmente, lo difundimos para que todo el mundo sepa que eso decidimos creer.
Mientras tanto, hay una serie de personas y empresas que, sabiéndolo, construyen y comparten esas historias a ojos inocentes, ignorantes o irracionales.
La tuitósfera es uno de esos pequeños mundos que, en cifras de Statista (2019), da cita a poco más de 31 millones de mexicanas y mexicanos. Esto significa que en la tuitósfera vive el 24% de la población mexicana, pero muy pocos viven activamente. Hay más de 90 millones de personas que (¿afortunadamente?) ignoran a la nación Twitter.
En el mundo de las redes sociales Twitter se coloca como la quinta red de uso preferida por los mexicanos y las mexicanas, después de Facebook, Whatsapp, Youtube e Instragram. Según datos de Spectator Index, México ocupa el octavo lugar mundial en el uso de esta red social. Twitter es la red de uso global número 13 según el estudio Digital 2020 Global Digital Overview, producido por We are Social y Hootsuite.
Lo cierto es que la tuitósfera está marcando las agendas de políticos, líderes sociales y medios de comunicación. Este acto de sobrevaloración de la red social comprueba que la discusión en el espacio público sigue secuestrada por una mafia de comentócratas del poder político, económico y cultural, de izquierdas y derechas. En la sobrevaloración participa el INEGI día a día con su Estado de ánimo de los tuiteros en México (https://www.inegi.org.mx/investigacion/).
Ante los muchos cuestionamientos a Twitter, la empresa sostiene que “no recibe ingresos por automatización maliciosa. La automatización, o los llamados ‘bots’, que se utilizan con fines de mala fe están prohibidos en Twitter”.
Las declaraciones contradicen a quienes han hecho de la gestión de redes sociales un negocio del intermediarismo rapaz, de quienes ignoran las formas que utiliza la plataforma para privilegiar la difusión de unos contenidos sobre otros o de las enormes cantidades de dinero erogadas por medios y líderes de opinión para “allegarse” de miles de seguidores y carecer de alguna influencia real en la opinión pública.
Twitter y el resto de las redes sociales son el sustituto presente, pero no eterno, de los medios de comunicación como mediadores de una realidad a modo.
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